Las energías renovables, tanto la solar y eólica, significan cada día más crecimiento en el país, gracias al impulso de grandes empresas, sin embargo, la generación residencial y colaborativa busca la forma de tomar un impulso.
El pasado 28 de julio, las ERNC batieron el récord de participación horaria a las 15 horas en la generación eléctrica en el país, con 62,3 % del total de ese momento. En 2021 la generación renovable representó 44,8 % de toda la electricidad generada. ♻️⚡️📚
Ana Lía Rojas, directora ejecutiva de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera), que reúne a las empresas del rubro, indicó que todos los sectores avanzan en ERNC, especialmente los de energía y minería, según consigna el portal IPS.
“Hace tiempo dejamos atrás el 10 % de participación, superamos el 20% cinco años antes de la fecha fijada por ley y actualmente nos encontramos por sobre 35% de generación eléctrica renovable no convencional. Todo un hito a nivel mundial”, aseveró Rojas. 💡🔌
¿Pero cuál es el desafío con la generación comunitaria?
El gran fenómeno de crecimiento de las ERNC parece plantear desafíos para el desarrollo de proyectos de generación comunitaria, la modalidad de generación distribuida o descentralizada enfocada en el autoconsumo, mayormente solar y de propiedad colectiva.
La verdad es que aún se desarrollan pocas iniciativas de este tipo incluso cuando está vigente la Ley 21118 desde hace dos años para incentivar la generación eléctrica comunitaria, también llamada ciudadana.
“La promoción de la energía comunitaria está muy débil”
El abogado ambientalista Cristian Mires, cofundador de la no gubernamental Energía Colectiva, preside Buin Solar, la primera iniciativa en Chile destinada a generar comunitariamente energía eléctrica, nacida en 2017, comenta que generaron un proyecto asociativo donde diferentes personas aportaron capital para instalar para financiar una planta de paneles solares de 10 KW instalada en el laboratorio de energías del Instituto del Medio Ambiente (Idma), en Buin.
El Idma paga mensualmente unos 215 dólares por la energía, pero sin paneles el costo hubiera sido el doble. Y consume energía limpia, hecho relevante para un Instituto que forma profesionales para combatir el cambio climático.
Mires explica que “la promoción de la energía comunitaria está muy débil, la democratización de la energía es muy baja”.
Según Mires, hay que generar confianzas para trabajar en forma colectiva, pero se requieren también incentivos para superar la barrera del financiamiento y la falta de capacidades técnicas.
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