¿Cuánto daño se le está causando a las personas de las comunidades, mal llamadas “Zonas de Sacrificio”?
Enel, anunció el cierre anticipado de dos termoeléctricas a carbón en la localidad de Coronel. Esto en el marco de los compromisos adquiridos de Chile para el 2050.
Pero no es suficiente, el daño ya está hecho y los responsables pareciera que ignoran el daño ocasionado por décadas a las comunidades y residentes de las zonas.
En chile aún existen zonas de sacrificio, donde se combina contaminación con discriminación. Son lugares que concentran una gran cantidad de industrias contaminantes solo porque en ellas habitan comunidades más pobres o vulnerables con casi nulas posibilidades de evitar su instalación o reclamar por sus abusos.
Entonces, lo evidenciado no es solo un problema ambiental, es un tipo de discriminación constante, avalado y permitido, contra personas que no tienen los medios y las redes políticas para oponerse a su instalación y operación.
En el 2018, se tomaron muestras a más de 100 niños y adultos de la zona de Valdivia. Catorce niños y siete adultos presentaron elevados niveles de metales pesados en la sangre, entre ellos mercurio, plomo, cadmio y aluminio.
El 2016 una investigación de la Universidad de Chile comparó las tasas de mortalidad y morbilidad en las comunas en las que hay instaladas plantas termoeléctricas, papeleras y de producción o fundición de cobre, concluyendo que el riesgo de morir o enfermar por vivir cerca de ellas sube entre 20% y 100%.
Chile no puede tener personas de segunda clase. Nadie merece vivir en estas condiciones. Si bien adelantar el cierre de las centrales a carbón es un avance importante, no es suficiente para reparar la totalidad del daño causado ni recuperar el ambiente para permitir una vida normal en el futuro.
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